En Chalchihuitán se vive el miedo, el frío y el hambre | 1 de 2 partes

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas (Oswaldo Rodríguez/Colaborador).- “Según los ancianos, antes de 1973, los pueblos de Chenalhó y Chalchihuitán eran como hermanos. Sus santos patronos, los apóstoles Pedro y Pablo, se visitaban el día de su fiesta, el 28 y 29 de Julio, y pableros y pedranos hacían fiestas juntos por varios días”.
Hoy es todo lo contrario.
Las palabras del párroco de San Pedro Chenalhó, Marcelo Pérez Peréz, parecen referirse a dos pueblos distintos en donde, desde hace semanas, la violencia se ha exacerbado por la disputa de tierras; figuran más a Caín y Abel que a cualquier apóstol.
Ahora, en Chalchihuitán se vive el miedo, el frío y el hambre todos los días como nunca antes en su historia.
Aquí la pobreza no disminuye, aumenta.
En cinco años, el índice de pobreza creció del 96.8 por ciento registrado en 2010 a 99.2 por ciento en 2015, según la última Medición de Pobreza Municipal del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)
Es también uno de los 15 municipios del país que en 2015 tuvieron los mayores porcentajes de población en pobreza, por debajo de Aldama (99,5%), Chanal (99,5%), San Juan Cancuc (99,5%) San Andrés Duraznal (99,4%) y Nicolás Ruiz (99,3%).
Aquí crecen también el miedo y el hambre desde aquel 18 de octubre (2017), cuando una lluvia de balas hizo blanco en Samuel Pérez Luna, en Kanalumtik, Chalchihuitán, que se convirtió en la primera víctima de esta disputa, pero también en el preludio del infierno.
ÉXODO
Con su muerte, el grupo armado aumentó la violencia, quemó casas y parcelas, amenazó a la población con asesinarla y la aterrorizó con disparos nocturnos; desde entonces, para las familias era más fácil conciliar el sueño en las montañas que en sus propios hogares, a los que sólo regresaban para alimentar a sus animales.
Nada era seguro ya, y entre el 12 y 13 de noviembre huyeron hacia las montañas; era un éxodo de casi 6 mil personas (5 mil 023 de Chalchihuitán y 950 de Chenalhó), la mayoría niñas, niños, y mujeres, por lo menos 114 de ellas embarazadas, algunas a punto de parir.
Se asentaron en medio del bosque, con chozas improvisadas construidas sólo con cuatro palos y lonas o nailon, incapaces de repeler el frío que azota las montañas de los Altos de Chiapas en los últimos meses del año.
Algunas ‘casas’ como la de Juan tienen la fortuna de contar con un techo de lámina, y varias cobijas como paredes; es un espacio de 4 x 4 metros en donde viven hacinadas ocho familias con 22 niños.
Por las mañanas unos salen para dejar que las madres amamanten a los más pequeños, pero en las noches se colocan como pueden para aprovechar cada centímetro de la vivienda erigida en medio del bosque.
Dado a las condiciones infrahumanas en las que viven, las personas empezaron a enfermar, especialmente recién nacidos, niños, niñas, ancianos y ancianas.
─Estamos muriendo de frío y hambre (…) El gobierno nos trata como animales, no nos ve como gente humana─ lamenta Sebastián “N”, en medio del llanto.
Él es padre de un bebé y junto con su familia vive sólo debajo de un techo de nailon sujeto a cuatro ramas endebles.
─Queremos que nos manden medicamentos, algo para comer, víveres y toda la cosa, pero no nos han mandado nada de eso, reclama.
HERMANDAD OLVIDADA
Tal como relata Sebastián la comida se agotó para las familias y tampoco hay manera de conseguirla, pues los caminos de acceso al municipio están bloqueados por los grupos armados presuntamente vinculados con Rosa Pérez Pérez, presidenta municipal de Chenalhó por el Partido Verde Ecologista (PVEM), según denuncias de los propios desplazados y diversas Organizaciones No Gubernamentales (ONG).
La otrora hermandad se convirtió en animadversión, a tal grado que pobladores armados de Chenalhó destruyeron con maquinaria pesada el tramo carretero Las Limas–Chalchihuitán, el único acceso al municipio, para evitar el ingreso de alimentos, medicamentos y demás suministros a los desplazados.
Las ONG y el Movimiento Sueco por la Reconciliación (Swefor), documentaron que hay varios casos de infecciones gastrointestinales y respiratorias, además la alimentación es insuficiente e inadecuada.
Aquí, los niños han visto morir a los más pequeños y a los mayores; ahora ellos también sueñan la muerte y tienen miedo, duermen intranquilos, les arrebataron su infancia de tajo.
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